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Yo practicaba el vudú

HA VENIDO la noche. Mezclado con los sonidos estrepitosos del tráfico urbano se oye el constante toque de tambores. ¿Reconoce el sonido?

Le deja saber que se está celebrando una reunión vuduista por allí cerca, en el mismo centro de la ciudad más grande del Brasil, São Paulo. Pero pudiera ser en Rio de Janeiro, Salvador, Recife, Porto Alegre. Ese ritmo inconfundible, misterioso, se oye en muchos pueblos a través del país. Yo lo sé porque he asistido a centenares de estas reuniones.

Por casi veinte años participé en sesiones espiritistas. Durante doce de esos años practiqué el vudú, y ascendí al puesto próximo al del padre del dios, como llaman al principal sacerdote o sortílego del vudú. Varias noches de cada semana participaba en los ritos del vudú.

Las ofrendas de sacrificio y las oraciones son partes importantes de estos ritos. Se puede hacer una ofrenda para alejar a Eshu, que se identifica comúnmente con el Diablo. La ofrenda pudiera incluir bebidas alcohólicas y alimentos tales como la harina de mandioca tostada en mantequilla o aceite. A menudo se matan animales y se ofrecen. Los participantes bailan alrededor de la ofrenda, y luego pueden dejarla afuera de la puerta para que Eshu no perturbe la sesión.

Entonces, acompañados del toque de tambores y panderetas, los participantes bailan en un círculo y cantan, invocando a los espíritus para que desciendan. A medida que el baile se hace más rápido y la música más fuerte, los “dioses” empiezan de repente a apoderarse de los que practican el vudú. Mientras éstos están en estado de arrobamiento, consultan con ellos las personas que han venido a la sesión para conseguir soluciones a sus problemas de familia, problemas de empleo u otros asuntos acerca de los cuales desean dirección e instrucción.

En estas reuniones yo recibía los espíritus con regularidad. Cuando el cantar y bailar alcanzaban el punto máximo de frenesí, de repente sentía pasar por mí oleadas de gran poder y una sensación extática de ser levantado en alto. Aunque estaba consciente, no tenía control de mis piernas o mente. Una fuerza invisible me poseía y me hacía hablar. Esto no fue sencillamente un estado de éxtasis. Me poseía una fuerza inteligente, invisible, porque lo que yo profería no eran pensamientos que se hubiesen originado de mí.

Quizás usted se pregunte cómo llegué a mezclarme en el vuduismo. ¿Por qué es una práctica tan general aquí en el Brasil?

Antecedentes religiosos

Mis abuelos fueron originarios del África Occidental. Los trajeron al Brasil como esclavos durante el siglo pasado. Todavía los recuerdo. De hecho, todavía entiendo algunos de los muchos idiomas africanos.

En ese entonces el catolicismo romano era la religión establecida del Brasil, tal como lo es hoy día. De modo que mis padres se hicieron católicos romanos. Yo nací hace setenta años en Nepomuceno, estado de Minas Gerais, y fui criado como católico. Más tarde me casé en la iglesia católica y mis hijos fueron bautizados allí.

Aunque éramos católicos, nunca se nos animó a leer la Biblia. Yo tenía poco concepto o ninguno de lo que ésta enseñaba, como sucede en el caso de la mayoría de los católicos aquí. Las doctrinas de la Iglesia no me satisfacían. Así es que me interesé en el espiritismo, y con el tiempo me hice miembro de una umbanda local, o secta del vudú. El que uno haga eso no es raro aquí en el Brasil, porque el culto de vudú es muy popular.

En realidad este culto tiene su origen en el África. Los esclavos primitivos combinaron los rituales de sus tribus africanas con el catolicismo del Brasil. Esto dio por resultado una forma del vudú muy parecida al que se practica en el África. Los esclavos simplemente adoptaron los adornos de la Iglesia Católica, y sustituyeron a los santos católicos con sus propios dioses. Así, Ogum, el dios de la guerra, llegó a ser San Jorge. Oshum, la diosa del agua dulce, llegó a ser Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Iemanja, la diosa del mar, llegó a ser Nuestra Señora de la Gloria. Y la deidad principal Oshala llegó identificarse para nosotros con Jesucristo, mientras que para otros grupos llegó a ser el dios de la creación.

Así es que actualmente la mayoría de los católicos aquí participan del vuduismo. W. E. da Matte e Silva, un sacerdote del vudú, afirma que el 70 por ciento de los católicos brasileños asisten a las sesiones del vudú. En otro cálculo publicado se dice que “más del 67 por ciento de los católicos del Brasil asisten a las sesiones de macumba o vudú.” El obispo auxiliar De Castro Pinto de Rio de Janeiro confirmó estas cifras y dijo que la “superficialidad de la instrucción católica en el Brasil” es culpable de esta situación.

Lo que incluye el vuduismo

El vudú incluye la llamada “magia blanca,” que tiene como propósito hacerle bien a la gente. Por ejemplo, se efectúan curaciones. Esto me atrajo. Sin embargo, al mismo tiempo, muchas personas que consultan con los mediums vuduistas quieren que les maleficien a alguien. A menudo están dispuestos a pagar este servicio con grandes sumas de dinero, y los medios no sienten la inclinación de despedirlos.

Como resultado de esta situación que parecía muy contradictoria me sentí confuso. En el mismo centro vuduista, antes de la medianoche se efectuaban “servicios” con buenos propósitos, pero inmediatamente después de la medianoche se celebraban las sesiones más secretas dedicadas a la hechicería. A menudo me preguntaba en cuanto a lo apropiado de esto.

Los individuos que se interesan en la imposición de un maleficio tienen que estar presentes en la ceremonia. Muchos vienen y piden maleficios que les causen enfermedad y hasta muerte a otros. Puede que algunos deseen que se le imponga este maleficio a su cónyuge, o tal vez a la concubina de su cónyuge. Por otra parte, algunos recurren a los espíritus para que por sus maniobras ellos puedan tener amoríos extramaritales. Para lograr estos maleficios, se preparan ofrendas de sacrificio, y a menudo éstas se tienen que colocar en las encrucijadas o en otros lugares que los espíritus indiquen.

Un día un alcalde vino para invocar a los espíritus y pedir que le ayudaran a vencer a su opositor político. Imagínese a un hombre culto, bien vestido, sentado en el suelo sucio de un salón muy caliente, fumando cigarros inmensos y bebiendo cachaca ordinaria, un ron hecho de caña de azúcar. Sí, personas de toda clase social recurren a los centros vuduistas para conseguir ayuda de las fuerzas espirituales. Y con frecuencia sucede que su propósito es egoísta o aun malo.

Pero, lo que especialmente empezó a perturbarme fue la conducta de los mediums vuduistas mismos. Las contiendas, celos, mentiras e inmoralidad sexual eran comunes. No era raro el que un médium tratara de hechizar a otro. Estos individuos que practicaban el vudú eran mis compañeros, y tengo que confesar que mi propia conducta estaba lejos de ser buena. En realidad, mi vida se había hecho un desastre.

Hacía años que mi esposa me había dejado, y por algún tiempo yo había estado viviendo consensualmente con una joven. Siempre estábamos disputando. Mi salud empezó a decaer. Y no era de extrañarse, ya que, bajo la influencia de los espíritus, frecuentemente me tragaba una botella o más de ron en una sola sesión. Hacía esto sin sentir efectos inmediatos de embriaguez.

La madre de la mujer con quien yo vivía es testigo de Jehová. Ella me decía de continuo que los espíritus eran ángeles malvados, y que solo fingían ser los espíritus de antepasados que habían muerto. Yo trataba de no hacerle caso. Pero mis dudas se hacían cada vez más persistentes. Me preguntaba: ¿Por qué aterrorizan tanto estos espíritus? ¿Por qué son egoístas, y tan insensibles al bienestar de sus adoradores?

Poseído por los espíritus, el médium vuduista prescribía que los adoradores hicieran las ofrendas que los espíritus exigían de ellos. Pedían ofrendas alimenticias como maíz cocido, aceite, pollos y bebidas alcohólicas. Pero también pedían ropaje especial, así como cuentas, collares, imágenes... todos éstos artículos costosos para personas de escasos recursos. Cuando los adoradores no podían satisfacer las demandas, a menudo sufrían angustia; todo marchaba mal en su familia. A veces realmente sufrían azotes o los espíritus los echaban al suelo. Los espíritus no inspiraban amor, sino temor, en sus adoradores.

Seguí participando

Pero, a pesar de las dudas, seguí practicando el vudú. En las playas de Santos, a unos 72 kilómetros de São Paulo, participé en la adoración de Iemanja, especialmente en su día de fiesta, en diciembre. Multitudes de gente se congregan a lo largo de las playas del Brasil para asistir a las ceremonias que duran toda la noche. El 1 de enero de 1974, un informe noticiero de Rio de Janeiro lo describió así:

“Decenas de millares de creyentes del vudú vestidos de blanco atestaron las famosas playas Copacabana e Ipanema anoche para tomar parte en el homenaje tradicional que se le rinde en vísperas del Año Nuevo a Iemanja, la mística diosa del mar.

“Los adherentes brasileños de un culto vuduista llamado Umbanda —la mayoría de los cuales también son católicos romanos— consideran que Iemanja es igual a la Virgen María en significación religiosa.

“Muchedumbres de residentes de Rio impelidos por curiosidad y pequeños grupos de turistas del extranjero equipados con cámaras fotográficas hicieron el esfuerzo de andar por la arena para observar de cerca a los individuos en ropa blanca que adoran a espíritus arrojar flores, pequeños barcos hechos a mano y botellas de cachaca —un potente ron brasileño— al océano Atlántico como ofrendas a la diosa del vudú que, según se afirma, ejerce gran influencia.”

Dondequiera que se celebraran los ritos de los diferentes dioses y diosas del vudú, yo estaba allí para participar. Cerca de las cataratas en el interior de la provincia de São Paulo participé en la adoración de Oshum, la diosa del agua dulce. De noche llevaba los fetiches a los cementerios. Colocaba en las encrucijadas los objetos y ofrendas que se usaban en hechizar.

Mi padre del dios me instaba a dar el último paso... hacer que me “prepararan la cabeza” para llegar a ser un sacerdote principal o padre del dios. Pero las dudas latentes en lo recóndito de mi mente hacían que me detuviera. Además, estos ritos secretos de iniciación son muy costosos, pues hace dos años ascendían a 350 dólares y hasta 700 dólares. Por supuesto, yo sabía lo que estos ritos incluían.

Ritos para iniciarse de sacerdote

El candidato tiene que permanecer en el centro vuduista en retiro completo por veintiún días. El cuarto está medio oscuro, con una estera sencilla para cama. Se le da al candidato un baño herbario para impartirle poderes espirituales. Por fin, al día veintiuno, alrededor de la medianoche, el padre del dios y siete auxiliares empiezan la ceremonia. El candidato se sienta en una silla, cierra los ojos y espera enajenarse. Se canta una oración en un dialecto africano, y se tañen las campanas.

Súbitamente el sacerdote pellizca con fuerza al candidato. Esto es para asegurarse de que esté inconsciente. Si grita o si aun se contuerce, se suspende el servicio. Pero si el candidato no siente nada, el sacerdote primero le afeita la cabeza, luego le inflige varias pequeñas cortaduras en diferentes partes del cuerpo, incluso el pecho desnudo.

Luego lo llevan a otro cuarto para un baño herbario de purificación. Después de esto, está listo para recibir ropaje especial y el bautismo de sangre. El próximo paso es arrodillarse enfrente de una escudilla de esmalte en la cual hay otra más pequeña que contiene platos puestos verticalmente. Estas escudillas y los platos representan su “dios” o “ángel custodio” y se les llama “santo.” Es menester que todo padre o madre del dios tenga este “santo” o “dios” a fin de ejecutar brujerías y mantener la jefatura de un centro vuduista.

Ahora hay que preparar para uso al llamado “santo” o “dios.” Los auxiliares traen una cabra y la degüellan, y dejan que la sangre chorree sobre la cabeza afeitada del candidato y dentro de las escudillas y sobre los platos. Se hace lo mismo con una gallina y dos pichones. Ponen las patas, cabezas y plumas de los pichones, junto con la cola y el órgano sexual de la cabra, en la escudilla que tiene los platos. Ahora el “dios” está listo para que lo use este nuevo padre del dios (o, madre del dios), que dirigirá un centro vuduista y tendrá sus adherentes, o hijos e hijas del dios.

Se prende una vela que dura siete días, y a su lado se colocan dos vasos con agua para que la beban los “dioses.” Para este tiempo ya ha amanecido y se le permite al nuevo padre del dios acostarse y dormir. Teóricamente él es padre del dios, aunque, según la regla, siete años deben pasar antes que se le considere un sacerdote hecho y derecho.

Se da énfasis al sexo

Como ya mencioné, la inmoralidad sexual era común entre los que practicaban el vudú. Yo sé que en ocasiones los espíritus exigían que los adoradores se quitaran la ropa, o se descubrieran los pechos, y que participaran en relaciones sexuales. Empecé a preguntarme si el motivo de esto no estaba relacionado de alguna manera con el deseo de los espíritus de satisfacer anhelos perversos. Esto es lo que me decía la madre de la mujer con quien yo vivía.

Ahora estoy seguro de que ella tenía razón. ¿Por qué? Porque hay muchísima evidencia que señala a esta conclusión. Considere tan solo un ejemplo: Una amiga mía aquí en São Paulo era una madre del dios; usaba su hogar como centro vuduista. Debido a sus sobresalientes poderes fue declarada “bendecida por los dioses.” Hasta los médicos del Hospital de Siquiatría de São Paulo la llamaban para que exorcizara a los espíritus, y los pacientes salían del hospital aparentemente curados. Hizo un pacto con un “espíritu de la luz,” y firmó el contrato con su propia sangre.

Sin embargo, andando el tiempo se dio cuenta de que había llegado a ser un títere indefenso en manos de las fuerzas invisibles de maldad. Bajo mando de los espíritus tuvo que hacer arreglos para que su esposo fuera seducido por mujeres inmorales y alejado del hogar, y él cometía adulterio con ellas. Además los espíritus exigían que las relaciones sexuales formaran parte de los rituales de la curación que ella realizaba en su casa. Se explicaba que por este proceder el enfermo quedaría “descargado” o sanado, puesto que su enfermedad sería trasladada al médium mediante el acto sexual. Los espíritus también mandaban que en el caso de pacientes femeninas, las tratara por medio de ejecutar actos de lesbianismo con ellas. En el caso de personas jóvenes, los espíritus animaban a que se practicara “control sexual,” en realidad, masturbación.

La vida de esta mujer, igual a la mía, se hizo un desastre. Su hogar fue arruinado por contiendas y celos. Los espíritus hasta la golpeaban físicamente cuando rehusaba obedecer sus órdenes. Pero recientemente me dijo: “A veces pensaba en mi vecina, una mujer humilde, paciente y serenamente feliz, tan diferente de mí. Ella era testigo de Jehová. Deseaba saber lo que ella tenía que yo anhelaba. Con el tiempo visité sus reuniones. Allí, en vez de temor de vecinos, hallé copioso amor y verdadera compasión.”

Después de haber estado bajo el poder de los espíritus por diecinueve años, esta mujer, como resultado de estudiar la Biblia y orar a Jehová Dios, logró librarse. En agosto de 1972, fue bautizada por los testigos de Jehová. Recientemente me dijo: “¡Cómo ha cambiado mi vida! Mis hijos me acompañan a las reuniones cristianas en el Salón del Reino local de los testigos de Jehová, y mi esposo ha vuelto a casa. Ahora estamos haciendo todo lo posible para edificar una vida nueva.”

Por qué cambié mi modo de vivir

Entretanto, la madre de la mujer con quien vivía siguió hablándome acerca de la Biblia. Me hizo notar que el vuduismo no trae paz mental ni infunde amor, la marca del cristianismo verdadero. Me citó de la Biblia 1 Juan 4:8 y Juan 13:35 donde dice que “Dios es amor,” y que se conocería a los discípulos de Jesús por el amor de unos a otros.

Entonces, una noche de 1971, dos mujeres de la clase media se presentaron en nuestra casa y pidieron que les preparara un fetiche que causara la muerte del esposo de una de ellas. La mujer estaba enamorada de otro hombre; de modo que me ofreció 1.000 cruzeiros (alrededor de 115 dólares) por este “servicio.” Pero esta vez rechacé la oferta atractiva. ¿Por qué?

Bueno, lo que la madre de mi compañera me había estado diciendo de la Biblia empezó a impresionarme. Simplemente no podía convenir ya en esas prácticas malas. Quería aprender más, de modo que consentí en estudiar la Biblia con un testigo de Jehová.

A medida que estudiamos la Biblia, parecía que se me quitaba un velo de sobre los ojos. Según la doctrina umbanda, hay jefes que tienen a su cargo falanges de espíritus. Se dice que los espíritus son las almas de personas que han muerto. ¡Pero eso no podía ser cierto! La Biblia aclara que la muerte pone fin al estado consciente de la persona; el alma no sigue viviendo para habitar algún otro lugar. La Biblia enseña que la persona misma es un alma viviente, y cuando muere la persona, su alma muere. Aun en una profecía respecto a Jesucristo, la Biblia dice: “Derramó su alma hasta la mismísima muerte.”—Isa. 53:12.

¿Quiénes son, pues, los espíritus que poseen a los individuos que practican el vudú y les facilitan realizar actos sobrenaturales? La madre de mi compañera me había dicho que eran ángeles que se habían vuelto inicuos. Ahora aprendí por mí mismo. Leí textos en la Biblia que dicen acerca de “las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales.” La Biblia también dice: “Satanás mismo sigue transformándose en ángel de luz. No es, por lo tanto, gran cosa si sus ministros también siguen transformándose en ministros de justicia.”—Efe. 6:12; 2 Cor. 11:14, 15.

Aprendí que en la Biblia se identifica a Satanás como la “serpiente original,” por lo tanto el ángel que, fingiendo ser amigo, posesionó a la serpiente en el Jardín de Edén y engañó a Eva. (Rev. 12:9; Gén. 3:1-5) La Biblia dice que más tarde, cuando “los hijos del Dios verdadero [entraron] para tomar su puesto delante de Jehová,” en el cielo, “Satanás procedió a entrar allí mismo entre ellos.” (Job 1:6) Sí, hubo un tiempo en que Satanás había sido un ángel en la organización celestial de Dios, pero se había apartado de Dios y había hecho de sí mismo un demonio. Además, otros ‘hijos de Dios’ se unieron a él en abandonar al Dios verdadero Jehová y llegaron a ser ángeles inicuos, o demonios. Por eso se llama a Satanás Beelzebub, “el gobernante de los demonios.”—Luc. 11:14-19.

Pero, ¿qué hizo que los ángeles abandonaran los lugares que ocupaban en la organización celestial de Dios? La respuesta a esto realmente me asombró. Cuadraba tan bien con las cosas que yo realmente había observado. La Biblia dice que antes del diluvio en los días de Noé, “los hijos del Dios verdadero empezaron a observar a las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron.”—Gén. 6:1-4.

Bueno, aprendí que estos ‘hijos de Dios’ no pudieron haber sido criaturas humanas. Esto es cierto porque la Biblia muestra que el primer hombre Adán por su rebelión perdió para sí mismo, y para su prole futura, la bendita relación de ‘hijos de Dios.’ De modo que estos “hijos del Dios verdadero” fueron ángeles que materializaron cuerpos humanos. Un discípulo de Cristo se refirió a ellos como “los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación” en el cielo a fin de satisfacer sus pasiones sexuales. Aunque a estos ángeles inicuos, que volvieron a la región de espíritus cuando vino el Diluvio, se les ha restringido de modo que no pueden volver a materializarse en cuerpos humanos, resalta el hecho de que persiste su depravación sexual, como yo sé muy bien.—Jud. 6, 7.

Rompí por completo con el culto del vudú alrededor del tiempo en que empecé a estudiar la Biblia. ¿Por qué? Bueno, estando yo ausente, el sacerdote principal de nuestro centro vuduista fue a mi hogar y le hizo requerimientos amorosos a mi compañera. Afortunadamente, llegué a tiempo y me encaré con él, lo agarré del brazo y lo hice salir. Todas las amenazas que se han hecho contra nuestra vida por haber abandonado el culto vuduista han resultado ineficaces. Jehová Dios nos ha protegido.

A medida que mi compañera y yo estudiamos la Palabra de Dios, comenzamos producir el fruto de Su espíritu en nuestra vida, especialmente amor, paz y gozo. (Gál. 5:22, 23) Esto ha significado el fin de nuestras disputas ociosas y riñas. Ordenamos nuestra situación marital, y en enero de 1973 ambos simbolizamos nuestra dedicación a Jehová Dios por el modo bíblicamente prescrito de bautismo en agua. Desde septiembre de 1974 he disfrutado del privilegio de ser un siervo ministerial en la congregación de los testigos de Jehová en mi localidad.

Lo que nos ha hecho muy felices es el estar sirviendo al Dios de amor, Jehová, y conocer personalmente el amor genuino que existe entre los verdaderos seguidores de su Hijo, Jesucristo. Esperamos con confianza la realización de una plena reconciliación con Dios y de disfrutar de esta bendición prometida: “Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3, 4)—Contribuido.

[Comentario de la página 20]

“Me poseía una fuerza inteligente, invisible.”

[Comentario de la página 22]

“Personas de toda clase social recurren a los centros vuduistas para conseguir ayuda.”

[Comentario de la página 23]

“Ritos secretos de iniciación son muy costosos . . . hasta 700 dólares.”

[Comentarios de la página 24]

‘Hasta los médicos del Hospital de Siquiatría de São Paulo llamaban a una amiga mía para que exorcizara a los espíritus.’

“Los espíritus exigían que las relaciones sexuales formaran parte de los rituales de la curación.”

[Comentario de la página 25]

‘Resalta el hecho de que persiste la depravación de estos ángeles inicuos.’

[Ilustración de la página 21]

Una “hija del dios” en estado de arrebato, con la sangre del animal sacrificado salpicada sobre ella