Duck hunt

Una amenaza creciente y mortífera

El satanismo o adoración al Diablo es un fenómeno en aumento caracterizado por sacrificios animales y humanos, abusos deshonestos y otros actos delictivos. ¿Qué creen los que practican el satanismo? ¿Y a qué se debe que su religión tenga tanto atractivo? “¡Despertad!” responde a estas preguntas y también desenmascara a quien está detrás de esta espantosa religión.

¿PALIDECE de horror al pensar en adultos que están al acecho de otras personas y que, como si fuesen leones hambrientos, matan a su presa, se beben su sangre y se comen su corazón y otras partes del cuerpo... en nombre de su religión?

¿Le entran escalofríos de pensar en madres y padres que ofrecen a sus propios hijos para el abuso deshonesto y para que al final los sacrifiquen sobre un altar ante todos los presentes a fin de satisfacer las demandas de su religión?

¿Le desconcierta pensar en hombres que tienen relaciones sexuales con cadáveres en una funeraria para complacer a una criatura espíritu que consideran divina?

¿Se queda aturdido emocionalmente cuando lee de niños pequeños que matan a sus padres y luego mutilan sus cadáveres sin ningún tipo de remordimiento... todo para hacer feliz al Diablo?

¿Menea la cabeza en señal de absoluta incredulidad cuando se habla de personas que abren sepulturas para robar cabezas y desmembrar articulaciones de los dedos a fin de utilizarlas en ceremonias religiosas?

¿Qué opina de una religión que aboga por que se utilice como reproductoras a los miembros femeninos que tienen entre trece y veinticinco años, a fin de disponer de bebés para ofrecerlos en sacrificios sangrientos?

“¿Cuál será la próxima ocurrencia de los directores de cine?”, tal vez se esté preguntando mientras lee estas líneas. “Al fin y al cabo, solo son fantasías”, quizás diga. Pero, ¿son solo fantasías?

Lo que acaba de leer son hechos reales, no el producto de la imaginación de un guionista. Puede que esos sucesos hayan ocurrido en su ciudad, y si todavía no ha sido así, cada vez aumentan más los temores de que lleguen a ocurrir.

La religión que incluye entre sus ceremonias el sacrificio de animales y humanos, los abusos deshonestos de niños, la violación de vírgenes adolescentes, la promiscuidad sexual y otras actividades de esa índole se llama satanismo o adoración al Diablo. Las prácticas del satanismo son tan grotescas, tan fuera de lo normal, que muchos funcionarios y ciudadanos comunes rehúsan creer que haya gente que practique tales actos como parte de su adoración.

Hace tan solo unos años, el satanismo tenía un número de seguidores relativamente pequeño, pero ahora se ha convertido en una amenaza creciente y mortífera. “El satanismo es el culto de la década de los ochenta”, informó un oficial de policía de San Francisco (California, E.U.A.). “El satanismo es parte del crimen organizado de Australia —dijo uno de los criminólogos más destacados de ese país—. Calculo que por toda Australia tiene un núcleo de 20.000 seguidores, que participan activamente en la adoración a Satanás, orgías sexuales, sacrificios de animales y quizás hasta de seres humanos. Creo que este movimiento también está implicado en la desaparición de niños y en la profanación de cementerios, y sus miembros están muy metidos en las drogas.”

Por lo general, las sectas satánicas están organizados en grupos de nueve a trece miembros cada uno, o quizás más, según las circunstancias. Las autoridades calculan que en Estados Unidos había aproximadamente 10.000 grupos en 1946; 48.000, en 1976, y 135.000, en 1985. No se sabe cuántos de estos no son violentos y cuáles tratan de distanciarse de los que sí lo son. Según el periódico National Catholic Reporter del 7 de marzo de 1986, en la ciudad de El Paso (Texas, E.U.A.) “hay 150 grupos activos que cuentan con 2.000 satanistas de todas las edades”, y la revista Bulletin de la policía estatal de Pensilvania comenta: “El satanismo va en aumento en América. Es difícil que transcurra un día sin que haya informes de actos violentos llevados a cabo por satanistas”.

Además, el satanismo se jacta de que sus miembros proceden de profesiones respetadas: médicos, abogados, hombres de negocios, policías, monjas, sacerdotes, amas de casa y militares. Sin embargo, han sido reclutados nuevos miembros de institutos y universidades de todo el mundo, con resultados terribles. Por consiguiente, hoy día en muchos lugares la mayoría de los miembros de los grupos satánicos son adolescentes.

El periódico New Zealand Herald del 26 de agosto de 1988 informó: “Se estaba entrampando en el mundo del satanismo a adolescentes de tan solo catorce años”. Un oficial canadiense dijo: “Los chicos que se [...] meten en el satanismo representan una amenaza tan grande como la de los (satanistas) acérrimos”.

Un empleado de un centro de detención canadiense dijo sobre los muchos jóvenes que cumplen condena allí: “Estoy sorprendido de ver cuántos de estos chicos son satanistas. Se tatúan símbolos satánicos en el cuerpo, llevan a cabo rituales, verdaderamente creen en el Diablo”.

Una reclusa de dieciocho años reconoció que el satanismo es muy popular entre sus compañeras. Un joven canadiense admitió pertenecer a una secta satánica de 400 miembros que actuaba en Alberta (Canadá). “No se debería tomar a la ligera a los adolescentes adoradores del Diablo”, dijo una autoridad canadiense sobre el tema.

Los miembros de la secta hacen un fuerte compromiso con el grupo que los obliga toda la vida y que incluye un estricto voto de silencio. “A los miembros no se les permite desasociarse por su cuenta del grupo después de haber descubierto sus diversas actividades delictivas”, informa The National Sheriff, y añade que “el miembro que quebranta el código de silencio pone en serio peligro su vida y la de su familia”. “Se les programa para que no digan nada —comentó una autoridad en la materia procedente de Chicago—. Si lo hacen, están programados para quitarse la vida.”

Los miembros de los grupos satánicos también tratan de permanecer anónimos y desconocidos para la policía. Cierta fuente dijo que “creen que Satanás no recompensará sus actos malvados y delictivos si las autoridades los identifican y enjuician”. Por consiguiente, la identificación de alguna secta satánica como perpetradora de un crimen suele producirse por pura casualidad. Solo ha sido en años recientes cuando algunas autoridades han llegado a relacionar con prácticas ocultistas señales reveladoras dejadas en la escena de crímenes mortales, como, por ejemplo, páginas de la Biblia boca abajo y cerca de ellas cruces dibujadas en el polvo del suelo o la cifra 666 escrita con la sangre de la víctima.

Pero, ¿por qué utilizar violencia en el nombre de la religión? Considere algunas espantosas razones para ello en el artículo siguiente.

[Recuadro en la página 3]

Difícil de creer, pero cierto

  La publicación “Bulletin”, de la unidad de personas desaparecidas de la policía estatal de Pensilvania, dice: “A los investigadores tal vez les cueste creer las extrañas y grotescas historias de actos criminales cometidos por personas vestidas con ropas de sacerdote y adornadas con símbolos diabólicos”.

  Sin embargo, según el “Bulletin”, “es difícil que transcurra un día sin que haya informes de actos violentos llevados a cabo por satanistas. Por todo el país las autoridades reciben noticias de homicidios, mutilaciones, ataques, suicidios, abusos deshonestos de niños y mutilaciones de animales, vinculados al culto satánico”.