Las drogas y el “heavy metal” al servicio del satanismo
CARL A. RASCHKE, director del Instituto de Humanidades de
la Universidad de Denver, escribió: “No es casualidad que al acercarnos a
la tercera década de la Era de Satanás, las drogas, [la música] heavy metal,
la brutalidad y la violencia gratuita se hayan convertido en espantosos
estandartes que ondean sobre la desolación humana”. También comentó: “Podría
decirse que el heavy metal rock es para el supuesto
satanismo lo que la música religiosa popular para el cristianismo. Muy pocas
personas se convierten al cristianismo solo por escuchar música religiosa
popular en la radio. Pero el heavy metal tiene muchísima
influencia. Legitima las cosas repulsivas que ya apasionan a los jóvenes”.
Esta es una fuerte acusación contra lo que muchos jóvenes de hoy
consideran distracciones normales de las ansiedades de la vida: la música heavy
metal y las drogas. ¿Están justificadas dichas acusaciones? ¿Es posible
que las drogas y el heavy metal sean síntomas del satanismo?
Examine los comentarios de los que se han encontrado cara a cara con la
violencia de satanistas y de los que han investigado el asunto.
“El mensaje sedicioso del heavy metal es, y
probablemente no sorprenda, ‘religioso’, en el sentido de que proclama un
poder superior que supervisa el universo. Pero dicho poder no es Dios
—escribió Raschke en su libro Painted Black (Pintado de negro)—.
Está [...] concebido por el propio Archienemigo.” También dijo: “El poder
y la violencia de lo satánico es algo hacia lo que fácilmente pueden sentirse
atraídos los jóvenes sin esperanza y con una conciencia atrofiada. [...]
Por causa de sus malas experiencias en la vida, los jóvenes con problemas y que
han sido víctimas de abusos creen que el Poder Supremo tiene que ser malo. El heavy
metal sostiene esta ‘teología’ y la institucionaliza en la música”.
Según el Dr. Paul King, de la Universidad de Tennessee, que
testificó sobre la música heavy metal ante el Senado de Estados
Unidos, las preferencias musicales de un gran número de jóvenes desequilibrados
abarcan “temas poco convencionales de violencia, odio, rebelión, comportamiento
sexual primitivo, abuso de mujeres y glorificación de Satanás. Cuando las
drogas entran en el modo de vida del adolescente, estas preferencias son todavía
más probables”. El heavy metal glorifica y ensalza el poder del
mal, dijo King. También indicó que en el heavy metal, “los actos
de maldad se glorifican cada vez más en los conciertos”.
Vea los frutos del mensaje subliminal del heavy metal
en los siguientes casos.
El año pasado, en el estado de Nueva Jersey, dos muchachos de
15 años mataron brutalmente a una perra labrador llamada Princess que una
familia tenía como animal de compañía. “Era un sacrificio para Satanás”,
dijeron. Colgaron a la perra de la cadena, la mataron a patadas, le arrancaron
la lengua y luego la utilizaron en un rito satánico. Atravesaron el cuerpo
mutilado del animal con un enorme gancho metálico y lo colgaron en el jardín de
un vecino. En la cabeza de la perra se encontraron marcas satánicas, y en el
suelo, bajo su cuerpo, había grabado un pentáculo (símbolo satánico que
consiste en una estrella de cinco puntas dentro de un círculo). La noche de la
carnicería estuvieron escuchando a un conjunto de death-metal llamado Deicide
(Deicidio [término que alude a la acción de matar a Dios]), cuyo primer
cantante se jacta de torturar y matar animales.
En California, una pareja de amantes adolescentes que, según
ciertos amigos, estaban obsesionados con la adoración a Satanás, asesinaron salvajemente
a la madre de la muchacha acuchillándola y golpeándola con una llave inglesa.
En la misma zona, otro joven hizo una oración a Satanás y luego mató a su padre
de un disparo. Los policías que investigaron el asesinato estaban convencidos
de que la culpa era de la música heavy metal. “Fundamentalmente,
la música enseña que no tienes que escuchar a tus padres y que deberías
vivir la vida como tú quieras”, dijo una autoridad policial.
En Inglaterra, las víctimas de violaciones consecutivas
perpetradas por los miembros de una misma banda, dijeron a la policía que uno
de los violadores llevaba tatuajes de la insignia de un conjunto de heavy
metal cuyas canciones contienen mensajes de violación y violencia.
En Arkansas (Estados Unidos), el hijo adolescente de una familia
campesina trató de matar a sus padres golpeándolos con un palo y cortándolos
con un cuchillo de carnicero. La policía encontró en su grabadora una cinta
programada para tocar una canción de un conjunto de heavy metal
titulada “Altar of Sacrifice (Altar de sacrificio)”, cuya letra vocifera: “El
sumo sacerdote espera, puñal en mano, derramar la sangre pura y virginal.
Sacrificio satánico, muerte ceremonial, obedece todas sus órdenes. Entra en el
reino de Satanás [interludio musical]. Aprende las sagradas palabras de
alabanza: ‘Viva Satanás’”.
En cuanto a las letras de otros temas cantados a gritos por los
componentes de conjuntos de heavy metal —a menudo seguidos
mediante sincronización labial por sus enloquecidos admiradores en los
conciertos o escuchadas durante horas y horas en cintas de casete—, ¿qué
influencia tienen tales mensajes en jóvenes impresionables? Fíjese, por
ejemplo, en estas letras: “Satanás, nuestro maestro en mutilación criminal, nos
guía en cada primer paso”, y: “Derrama tu sangre, déjala correr hacia mí. Toma
mi mano y deja salir tu vida [interludio musical]. Has derramado la sangre. Yo
tengo tu alma”.
“Si ya hemos sentado la premisa de que la pornografía puede
inducir a un vicioso a cometer abusos deshonestos de menores —escribió
Raschke—, ¿por qué no considerar la idea de que letras que instan a gritos
que se mate, mutile, lisie, torture o extirpe
pueden realmente incitar a alguien con la mente trastornada a que lleve a cabo
esos mismos actos?”
La opinión general de los investigadores es que la drogadicción
y el satanismo van de la mano. David Toma, ex detective de una brigada contra
el vicio, dice que “nunca ha encontrado a un satanista que no tome
drogas”. La drogadicción —comentaba la revista ’Teen— complica las cosas
para los adolescentes “que se convierten en adoradores del diablo, haciéndoles
cada vez más difícil distinguir lo que de verdad es real de lo que solo parece
serlo cuando se mira a través del velo de las drogas y el alcohol”.
“El heavy metal es para la drogadicción lo que las
loterías para los jugadores compulsivos —dijo Carl Raschke—. El adolescente
drogodependiente adopta un estilo de vida fanfarrón, de brutalidad, de robo y
de excesos sexuales, que se ve reforzado por los aullidos y bramidos de los
grupos de metal.”
Todo parece indicar que cuando un joven pierde la razón y deja
que se le llene la cabeza de perversión y violencia, se convierte en presa
fácil del influjo de Satanás.
[Comentario en la página 8]
Cuando uno pierde
la razón y deja que se le llene la cabeza de perversión y violencia,
se convierte en presa fácil del influjo de Satanás
[Ilustración en la página 7]
¿De qué llena usted su
cabeza?