La adoración de Satanás
en nuestro tiempo
NO HAY duda de que
Satanás quiere que lo adoren. Cuando tentó a Jesús, le ofreció una enorme
recompensa con una sola condición: “Si caes y me rindes un acto de adoración”. (Mateo 4:9.)
Por supuesto, Jesús rehusó, pero no toda persona ha seguido su ejemplo. En
nuestro mundo moderno la adoración de Satanás es común.
Por ejemplo, en Canadá el periódico The Calgary Herald
publicó una serie de artículos con el título: “Los discípulos del Diablo”. Este
periódico citó el informe de un investigador policíaco que dijo: “Mediante
entrevistas he aprendido que el satanismo no se limita a ningún grupo
particular de la sociedad. El Servicio Policíaco de Calgary y la Real Policía
Montada Canadiense han obtenido la información de que se cree que tan solo en
Calgary hay 5.000 satanistas practicantes”.
Otros informes de prensa muestran que el culto satánico brota en
diversas formas por todos los Estados Unidos y Europa. Hasta la policía se
interesa en el satanismo. ¿Por qué? Porque en muchos casos hallan conexión
entre los crímenes y el culto que se da a Satanás. Recientemente, un detective
policíaco dijo: “Estamos tratando con una religión, y con personas que creen en
ella como otros creen en el cristianismo, el judaísmo o el islam. Lo que vemos
no son crímenes como tales, sino crímenes que se cometen como parte de una
religión”.
Sobresalen como ejemplo de esto los asesinatos que cometió en
California, allá en 1969, el grupo de Manson. Jeffrey Russell, profesor de
historia, dijo: “Manson alegaba que era Cristo y Satanás a la vez. Al
disponerse a matar a Sharon Tate, [...] Tex Watson, seguidor de Manson,
anunció: ‘Yo soy el diablo; estoy aquí para hacer la obra del diablo’”. Pero el
satanismo no se presenta siempre de manera tan clara.
La brujería, el espiritismo y
la hechicería
La adoración de Satanás no se limita a adorarlo directamente por
la invocación de su nombre. El apóstol Pablo advirtió: “Las cosas que las
naciones sacrifican, a demonios las sacrifican”. (1
Corintios 10 :20..) Y adorar a los demonios es realmente lo
mismo que adorar a Satanás, pues a Satanás se le llama “gobernante de los
demonios”. (Marcos 3: 22.) ¿Qué prácticas de “las naciones” pueden
identificarse como adoración demoníaca, o adoración de Satanás? Las palabras de
Dios a Israel nos dan algunos ejemplos: “No debería hallarse en ti [...]
nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros
ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un
médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que
pregunte a los muertos. Porque todo el que hace estas cosas es algo detestable
a Jehová”. (Deuteronomio
18:10-12.)
Así, se nos aconseja contra los sacrificios de sangre y la
comunión espiritista que practican los sacerdotes del vudú en Brasil o los houngans
y los mambos de Haití. Y se nos amonesta contra las prácticas muy
similares de la santería, observada por algunos exiliados cubanos en los
Estados Unidos. También se nos previene para que evitemos a los hechiceros que,
para inspirar temor en los vivos, afirman que pueden comunicarse con las almas
de los muertos. (Compárese
con 1Samuel
28: 3-20.)
En
diferentes partes de África la brujería es común. Por ejemplo, en Sudáfrica los
hechiceros ejercen gran poder, y la gente los toma muy en serio. ¡Recientemente
la prensa informó que unas chusmas quemaron vivas a ciertas personas que
supuestamente hicieron que un rayo cayera sobre otros aldeanos! Los hechiceros
locales acusaron de estos actos “contranaturales” a unas víctimas inocentes y
entonces las ataron a un árbol para quemarlas. Tal creencia en la hechicería o
la magia es también adorar a los demonios.
Sin embargo, la brujería no se practica únicamente en África.
En 1985 el Tribunal de Distrito del Distrito Oriental
de Virginia, E.U.A., otorgó a Herbert D. Dettmer, quien cumplía
una sentencia en un centro correccional de Virginia, el derecho de conseguir
ropa y artículos que le permitirían practicar su religión mientras estuviera en
la cárcel. ¿Y cuál era su religión? Según el registro del tribunal, él era
miembro de “la Iglesia de Wicca (o witchcraft, la brujería)”. Por
consiguiente, Dettmer tenía el derecho legal de usar azufre, sal marina o sal
sin yodo, velas, incienso, un despertador y una sotana blanca en su adoración.
Sí, parece que en Occidente está bien difundida la brujería. El
periódico británico Manchester Guardian Weekly informó:
“Hace cinco años se creía que en Inglaterra había unas 60.000 brujas:
hoy [1985] algunas brujas calculan que la cifra ha aumentado
a 80.000. Prediction, una revista mensual de astrología y
ocultismo, tiene una tirada de 32.000 ejemplares”.
El satanismo y la música
El profesor Russell, en su libro Mephistopheles—The Devil
in the Modern World, menciona otra manera como se
da adelanto a los propósitos de Satanás. Escribe: “El satanismo franco se
desvaneció rápidamente después de los años setenta, pero los elementos del
satanismo cultural continuaron en los años ochenta en forma de la música rock
del tipo heavy metal, que a veces invoca por nombre al Diablo y
muestra respeto considerable a los valores satánicos
de la crueldad, las drogas, la fealdad,
la depresión, la satisfacción inmoderada de
los deseos, la violencia, el ruido y
la confusión, junto con la infelicidad”.
(Cursiva nuestra.)
Puede que los músicos que incorporaron elementos del satanismo en
sus composiciones no tuvieran verdaderas intenciones de hacerlo. Quizás
simplemente trataban de escandalizar a otros o de parecer raros. No obstante,
aquello afectó profundamente a individuos impresionables. El profesor Russell
señala que “la constante propaganda semiseria a favor del mal ha tenido efectos
de desintegración en las mentes tontas y débiles. Un resultado de esto ha sido
un brote de crímenes que indican espantosa degeneración, entre ellos la
violación de niños y la mutilación de animales”.
Un caso reciente sorprendió a los neoyorquinos. Según un informe
periodístico, un joven de 14 años de edad, “bajo la obsesión del
satanismo”, mató a su madre a puñaladas y después cometió suicidio. Según
informó la revista Maclean, un consejero familiar canadiense dijo que
aumentan los adolescentes perturbados que confiesan que practican “el
satanismo, muchas veces mientras usan drogas y oyen las variedades más
opresivas de la música rock de tipo heavy metal”.
No es manía pasajera
En los Estados Unidos cunde ahora una novedad llamada channeling
(canalización). La gente paga cientos de dólares por participar en sesiones en
que un “canal”, es decir, una médium (estos canales por lo general son
mujeres), alega que se comunica con el espíritu de alguien que ha muerto mucho
tiempo atrás. Según un informe de prensa, en el caso de cierto canal las
sesiones “se transmiten periódicamente por televisión vía satélite a miles de
personas a la misma vez en media docena de ciudades”. Esto es clara
desobediencia al consejo bíblico de evitar a los médium espiritistas y
pronosticadores profesionales de sucesos. Por eso, es la clase de adoración que
puede considerarse adoración de demonios. Y, como el espiritismo, se basa en la
mentira satánica de que el alma humana es inmortal. (Eclesiastés 9:5;Ezequiel 18:4, 20.)
La influencia del Diablo en
un mundo lleno de odio
La espantosa condición en que se encuentra la humanidad en este siglo XX hace que nos preguntemos si acaso la influencia de Satanás no va aun más allá de lo dicho. El profesor Russell considera esto cuando dice: “En la actualidad, cuando se calcula que, respecto al almacenamiento de armas nucleares, hay setenta veces la cantidad que se necesita para matar a todo vertebrado vivo en la Tierra, seguimos preparándonos tercamente para una guerra que no será para el bien de ningún individuo ni nación ni ideología, sino que condenará a miles de millones de personas a una muerte horrible. ¿Qué fuerza nos está empujando por una senda que se hace cada día más peligrosa? ¿A quién beneficia la destrucción nuclear del planeta? Solo a aquella fuerza que desde el principio, con infinita crueldad y maldad, tiene como intención destruir el cosmos”.
¿Quién o qué es esa fuerza? El profesor da su propia respuesta
así: “Se ha definido al Diablo como el espíritu que con todo su poder procura
anular y destruir el cosmos de Dios. ¿No pudiera ser que la fuerza que nos
insta a desplegar armas nucleares sea la misma fuerza que siempre ha tratado de
anular la existencia misma? En esta crisis suprema de nuestro planeta, no
podemos descartar esta posibilidad”. ¡Ciertamente los cristianos no descartan
esa posibilidad! Jesús mismo mostró la gran influencia que Satanás ejerce en el
mundo cuando lo llamó “el gobernante de este mundo”. (Juan 12:31.) El libro de Revelación
describe la actitud mental de Satanás, y dice que tiene “gran cólera, sabiendo
que tiene un corto espacio de tiempo”. (Revelación 12:12.) Con referencia a lo
que Satanás está tratando de lograr en nuestro tiempo, ese mismo libro dice que
él usa propaganda demoníaca para reunir a los gobernantes de este mundo “a la
guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”. (Revelación 16:14.) No, no podemos
descartar la influencia de Satanás el Diablo cuando tratamos de entender por
qué la humanidad sigue dementemente un proceder que lleva a su propia
destrucción.
El apóstol Pablo llamó a Satanás el “gobernante de la autoridad
del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia” y “el
dios de este sistema de cosas”.
(Efesios 2:2;
2 Corintios 4:4.) No sorprende que
muchos pregunten si todas las atrocidades de esta era científica “iluminada”
—dos guerras mundiales, genocidios en Europa y Campuchea, hambres por razones
políticas en África, profundas divisiones religiosas y raciales por todo el
mundo, odio, asesinato, tortura sistemática, daño criminal a la humanidad por
las drogas, para solo mencionar algunas— no siguen el plan maestro de alguna
poderosa fuerza maligna que se propone apartar de Dios a la humanidad y quizás
hasta llevarla al suicidio global.
Entonces,
¿quién es Satanás? ¿Qué busca, realmente? ¿Qué podemos hacer como individuos al
respecto? Lo invitamos a considerar estas preguntas en los siguientes dos
artículos.