El Holocausto: sí, efectivamente
sucedió
POR
sorprendente que parezca, existe una pequeña minoría de personas que afirman
que el Holocausto no ocurrió tal y como habla de él la historia moderna.
En su publicación Did Six Million Really Die?
The Truth at Last (¿Es cierto que murieron seis
millones? Al fin la verdad), Richard Harwood escribe: “La afirmación de que
durante la segunda guerra mundial seis millones de judíos murieron como
resultado directo de la política oficial alemana de exterminio está absolutamente
infundada”.
De
modo que surgen las siguientes preguntas: ¿ordenaron los nazis el exterminio de
los judíos durante la segunda guerra mundial? ¿Es verdad que murieron de cuatro
a seis millones de judíos en los campos de concentración? ¿Existieron tales
cosas como las cámaras de gas? ¿O son todas estas cosas deformaciones de la
historia de Alemania?
Ciertos
historiadores revisionistas han afirmado que todo esto nunca ocurrió.
Sostienen que, como mucho, solo murieron unos cuantos miles de judíos y que la
mayoría fueron deportados a otros países.
No
hace mucho, un pleito entablado en Canadá puso de relieve esta controversia. Un
inmigrante alemán que se había establecido en ese país fue enjuiciado por
“publicar deliberadamente información falsa que probablemente perjudicaría la
tolerancia social o racial”, al afirmar que jamás se produjo el Holocausto,
informó el periódico The Globe and Mail, de Toronto
(Canadá). Se le sentenció a quince meses de cárcel y se ordenó la proscripción
de la publicación de sus puntos de vista revisionistas sobre el Holocausto.
En
1985, en la República Federal de Alemania se aprobó una enmienda a una ley
contra la difamación, para permitir que hasta personas no judías presenten
quejas contra “cualquiera que insulte, calumnie, difame o denigre a quienes
‘hayan perdido su vida como víctimas del Nacional Socialismo u otras formas de
gobernación tiránica o despótica’”. Como consecuencia de esta ley, “el negar el
asesinato de judíos en los campos de concentración durante la dictadura nazi se
convierte en un delito punible”, mencionó el periódico Hamburger Abendblatt.
A la
negación del Holocausto se la llama comúnmente “mentira de Auschwitz”.
Auschwitz (actualmente Oswiecim) fue el infame campo de concentración de
Polonia donde los nazis cometieron asesinatos en masa. Según los medios
informativos de la República Federal de Alemania, extremistas de derechas han
tratado de esconder o negar estos sucesos, y de ahí la expresión “mentira de
Auschwitz”.
¿Emigración, o exterminio?
El
que hoy día existan millones de judíos de origen europeo prueba que los nazis
no consiguieron destruir al pueblo judío de Europa. El historiador William
L. Shirer confirma el hecho de que muchos judíos escaparon de los intentos
de aniquilación en los campos de concentración, y en su libro 20th Century
Journey—The Nightmare Years 1930-1940 (Recorrido
por el siglo XX. Los espantosos años 1930-1940) dice: “No todos los
judíos austriacos perecieron en los campos y en las prisiones nazis. Muchos
pudieron comprar su libertad del cautiverio y marcharse al extranjero, lo que,
por lo general, les costaba toda su fortuna. [...] Puede que casi la mitad
de los 180.000 judíos de Viena se las arreglara para comprar su libertad antes
de que empezase el Holocausto”. Esta fue la política que se siguió
especialmente en la década de los treinta.
Sin
embargo, Shirer explica que aunque se estableció la Oficina de Emigración Judía
—al cargo de Reinhard Heydrich—, “posteriormente se convirtió, no en una
agencia de emigración, sino en una agencia de exterminio, y organizó la matanza
sistemática de más de cuatro millones de judíos”. Esta “solución final” fue
dirigida por Karl Adolf Eichmann, quien, con el tiempo, fue ejecutado en Israel
por sus crímenes de guerra.
Los
campos de concentración no fueron los únicos métodos utilizados para
eliminar lo que los nazis consideraban razas inferiores y subhumanas. También
estaban los temidos Einsatzgruppen (Grupos de Acción Especial),
escuadrones de exterminio que entraban detrás del ejército invasor “y cuyo
único objetivo era la matanza en masa de judíos. [...] Los Einsatzgruppen
avanzaban justo detrás del frente, de modo que pocos pudiesen evadir su red, y
con suma crueldad fusilaron, dieron bayonetazos, quemaron, torturaron, mataron
a palos o enterraron vivos a casi medio millón de judíos en los primeros seis
meses de la campaña”. (Hitler’s Samurai—The Waffen-SS
in Action [Los samurai de Hitler. Las Waffen-SS en acción], de Bruce Quarrie.)
¿Le
cuesta creer que esa cifra sea cierta? Sale a un promedio de menos de un
asesinato por día para cada miembro de los tres mil que componían el grupo.
Cuando estos grupos de acción especial llegaron a los territorios soviéticos,
cálculos incompletos dan una cifra de muertes de “más de novecientas mil, [lo
que] solo corresponde a aproximadamente dos terceras partes de la cantidad
total de las víctimas judías producidas en operaciones móviles”. (The Destruction
of the European Jews [La destrucción de los judíos
europeos], de Raúl Hilberg.)
Un comandante confiesa
¿Qué
testimonio hay de los mismos que participaron en las ejecuciones llevadas a
cabo en los campos de concentración? Rudolf Höss, anterior comandante del campo
de concentración de Auschwitz, se quejó: “Créanme, no siempre resultaba
agradable ver aquellas montañas de cadáveres y soportar el olor que producía su
ininterrumpida cremación”. También expresó su sorpresa y “desaprobación por el
hecho de que los Destacamentos Especiales de Judíos (Sonderkommandos)
estuviesen dispuestos a colaborar en el asesinato en las cámaras de gas de
miembros de su raza, a cambio de una breve prolongación de su propia vida”. (The
Face of the Third Reich [El rostro del
Tercer Reich], de Joachim C. Fest, página 285.) El autor alemán Joachim C. Fest
añade: “Parte del desequilibrado orgullo perfeccionista del experto se
desprende de la declaración de Höss: ‘Por la voluntad del Reichsführer
de las SS [Heinrich Himmler], Auschwitz se convirtió en el mayor centro de
exterminio humano de todos los tiempos’; también se desprende de cuando él
señala, con la satisfacción que siente quien ve triunfar sus planes, que las
cámaras de gas de su campo tenían una capacidad diez veces mayor que las de
Treblinka”.
En
su autobiografía, Höss escribió: “Inconscientemente, fui una pieza del
engranaje de la enorme máquina de exterminio del Tercer Reich”. “El Reichsführer
de las SS [Himmler] envió a Auschwitz a varios líderes de alto rango del
partido y a oficiales de las SS para que vieran por sí mismos el proceso de
exterminio de los judíos. Quedaron profundamente impresionados por lo que
vieron.”
Sin
embargo, se mostraron ostensiblemente afectados por la diferencia entre la
frase “la solución final a la cuestión judía” y su espantosa realidad en las
cámaras de gas. Cuando le preguntaron cómo podía soportarlo, Höss contestó: “Mi
invariable respuesta fue que la férrea determinación con que debemos llevar a
cabo las órdenes de Hitler únicamente podía obtenerse mediante inhibir todas
las emociones humanas”.
De
modo que Höss, el sádico títere, admitió abiertamente que el Holocausto fue una
realidad y que él fue uno de sus perpetradores como comandante del campo de
Auschwitz.
En
el libro Values and Violence in Auschwitz
(Valores y violencia en Auschwitz), publicado en un principio en polaco, la
traductora, Catherine Leach, menciona que 3.200.000 judíos polacos perdieron la
vida como consecuencia de las ejecuciones en masa, las torturas y los crueles
trabajos forzados en los campos de concentración. Ella dice: “El Holocausto de
los judíos de Europa tuvo lugar en territorio polaco”.
Muchos murieron ahogados
En
los campos de concentración, la muerte podía llegar de muchas maneras: hambre,
enfermedad, una bala en la nuca, cámaras de gas, palizas, la horca, la
guillotina y ahogamiento. Esta última forma era especialmente sádica.
El
escritor Terrence Des Pres explica: “La verdad es que se sometía a los
prisioneros sistemáticamente a la porquería. Se llegó a utilizar el
excremento como medio para causar la muerte. [...] En los campos nazis,
los prisioneros prácticamente se ahogaban en su propia suciedad, e incluso era
frecuente morir en excremento. Notemos un ejemplo: en Buchenwald, las letrinas
eran unos agujeros abiertos de 8 metros de largo, 4 de hondo y 4 de
ancho. [...] Estos hoyos, que siempre estaban a desbordar, eran vaciados
de noche por prisioneros que tan solo disponían de pequeños pozales”. Un
testigo ocular cuenta lo siguiente: “El lugar estaba resbaladizo y oscuro; por
eso, de los treinta trabajadores asignados cada noche, caían al hoyo un
promedio de diez hombres. A los demás no se les permitía sacar a las
víctimas. Únicamente cuando terminaban el trabajo y el hoyo estaba vacío, y
solo entonces, se les permitía retirar los cadáveres”.
Se
podría citar mucho más testimonio para probar que el exterminio llegó a ser parte
de la política nazi cuando más y más países europeos fueron ocupados. La
bibliografía que existe sobre este tema es interminable, y el testimonio de
testigos oculares, junto con la evidencia fotográfica, es espantoso. Pero
¿fueron los judíos los únicos que experimentaron el Holocausto? Cuando los
nazis invadieron Polonia, ¿era solo a los judíos a quienes querían liquidar?
[Nota a pie de página]
Por
sus crímenes de guerra, Rudolf Höss, organizador sumamente concienzudo del
campo y burócrata ciegamente obediente, fue ahorcado en Auschwitz en abril de
1947.
[Comentario en la página 5]
“Los prisioneros [trasladados a
campos de trabajos] se habrían librado de mucho sufrimiento si se les hubiese
llevado directamente a las cámaras de gas de Auschwitz.”—Rudolf Höss,
comandante de Auschwitz
[Comentario en la página 6]
“Créanme, no siempre resultaba
agradable ver aquellas montañas de cadáveres y soportar el olor que producía su
ininterrumpida cremación.”—Rudolf Höss
[Comentario en la página 8]
“Seguía viniendo más gente, siempre
más, y no disponíamos de suficiente equipo para matarla. [...] Las
cámaras de gas no daban abasto.”—Franz Suchomel, oficial de las SS
[Recuadro en la página 6]
Pago por prueba
“De acuerdo con los términos establecidos por una decisión del tribunal,
a un superviviente de Auschwitz se le debe pagar la gratificación ofrecida de
50.000 dólares por presentar ‘prueba’ de que los nazis dieron muerte a los
judíos en las cámaras de gas de los campos de concentración, dijo hoy el
abogado del superviviente.
”El juez del Tribunal Supremo [de Los Ángeles] Robert Wenke aprobó la
decisión que exige el pago por parte del Instituto para la Revisión Histórica a
Mel Mermelstein, el sobreviviente de Auschwitz. [...]
”El instituto, que dice que el Holocausto nunca sucedió, también debe
pagar al señor Mermelstein 100.000 dólares por el dolor y el sufrimiento
causados por la propuesta de gratificación, dijo el abogado. [...]
”‘La victoria del señor Mermelstein en este caso [dijo la abogada Gloria
Allred] enviará ahora a todos aquellos que en el mundo entero traten de
deformar la historia y causar aflicción y sufrimiento a los judíos el claro
mensaje de que los supervivientes del Holocausto lucharán mediante el sistema
legal para protegerse y vindicar la verdad sobre su vida’.”—The New
York Times, 25 de julio de 1985.
[Recuadro en la página 7]
Sachsenhausen: ¿un “campo de detención
seguro”?
¿Fue Sachsenhausen verdaderamente un campo de exterminio? ¿O fue tan
solo un “campo de detención seguro”?
La respuesta la da Max Liebster, víctima judía que sobrevivió al
Holocausto:
“Mi declaración se basa en mi experiencia personal y en lo que presencié
en este campo. No necesito que nadie me diga cómo estaba clasificado
Sachsenhausen para saber cómo era en realidad. Cierto, los medios informativos
y el gobierno nazi afirmaban que era un Schutzhaftlager (un ‘campo de
detención seguro’), pero las siguientes experiencias hablan por sí mismas:
”En enero de 1940, mientras la Gestapo (policía estatal secreta) me
llevaba de Pforzheim a la prisión de Karlsruhe, ellos mismos me comentaron que
me dirigía a un campo de exterminio. Me insultaron y me dijeron: ‘Du Stinkjude
wirst dort verecken, kommst nicht mehr
zurück!’ (Asqueroso judío. Morirás como una bestia. ¡No saldrás nunca!).
”El maltrato que recibimos al llegar a Sachsenhausen está más allá de la
comprensión humana. A los judíos se les enviaba a un campo separado dentro del
campo principal. Las condiciones para ellos eran peores que para los demás. Por
ejemplo: los judíos no tenían literas, solo sacos de paja en el suelo. Los
barracones estaban tan atestados, que había que echarse como sardinas en lata,
con los pies de un hombre junto a la cabeza del siguiente. Por la mañana
aparecían hombres muertos acostados al lado de los vivos. No había ningún
tipo de atención médica para los judíos.
”Oí que mi padre estaba tres barracones más allá. Le encontré tendido
detrás del montón de sacos de paja, con las piernas hinchadas de agua y las
manos congeladas. Cuando murió, tuve que transportar su cadáver sobre los
hombros hasta el crematorio. Allí vi apilados más muertos de los que podían
quemar.
”Miles de personas murieron en Sachsenhausen debido al trato inhumano.
Para muchas de las víctimas, morir en Sachsenhausen era peor que ser ejecutados
en las cámaras de gas de Auschwitz.”
[Recuadro en la página 8]
‘No debe quedar ningún
rastro de ellos’
“Cuando se abrió la última fosa común, reconocí a toda mi familia. Mamá
y mis hermanas. Tres hermanas con sus hijos. Todos estaban allí. Llevaban
cuatro meses enterrados, y era invierno.” “El jefe de la Gestapo de Vilna nos
dijo: ‘Ahí yacen noventa mil personas, y no debe quedar absolutamente
ningún rastro de ellas’.” (Testimonio de unos judíos que sobrevivieron: Motke
Zaïdl e Itzhak Dugin.)
“En el momento en que pasábamos, estaban abriendo las puertas de las
cámaras de gas, y la gente caía fuera como patatas. [...] Todos los
días se escogía a cien judíos para arrastrar a los cadáveres hasta las fosas
comunes. Por la noche, los ucranios llevaban a esos judíos a las cámaras
de gas o los fusilaban. ¡Todos los días! [...] Seguía viniendo más gente,
siempre más, y no disponíamos de suficiente equipo para matarla. [...]
Las cámaras de gas no daban abasto.” (Franz Suchomel, oficial de las SS [Unterscharführer],
sobre sus primeras impresiones del campo de exterminio de Treblinka.)
(Estas citas se han tomado de entrevistas que se hicieron en la película
documental Shoah.)